VACACIONES DE INVIERNO, NIÑOS SUELTOS
Las vacaciones de invierno son un premio para los chicos y un castigo para los padres, definitivamente.
Mientras las maestras y profesores descansan de ellos, nosotros no sabemos que hacer para entretenerlos.
Nos levantamos tempranito para arreglar la casa - algo que hacemos cuando están en el colé - y ahí están ellos preguntando: “Ma, ¿que vamos a hacer?”. Tratando de mantener la paciencia - nosotras somos expertas en eso - les decimos: “Anda a jugar que a la tarde vamos al cine”, entonces nos contestan “a la tarde, ¿y ahora que hago? ¡me aburro! , al cine, ¿qué vamos a ver? porque yo quiero ver la película de Isidoro”. Si mi amor, vamos al shopping y sacamos entradas para Isidoro, mientras tanto anda a la compu y chatea que mamá tiene que limpiar y hacer la comida”.
Mas o menos es así en todas las casas, hacemos todo en tiempo recordó para que no nos digan nada mas y nos vamos rápido al cine, pero antes nos preguntan “¿puedo llevar a un amigo?." “Por supuesto que si” y pensamos: “ que suerte que tengo, va a estar entretenido entonces voy a poder mirar algunas vidrieras”.
A la media hora tocan el timbre y son diez chicos. ¡NOOOOOOOOOOO, me quiero morir!. “Pero mi amor, me dijiste un amigo,” “si mamá, pero ellos invitaron a los suyos, ¡¿no es una masa?!”. Si, una masa es lo que preciso yo. Respiramos profundo y tratamos de ver como entran todos en el auto chiquito que nuestros maridos nos compraron. Porque, ¿para qué más grande?, si nosotras solo hacemos pool y llevamos a cinco compañeros, vamos al súper y cargamos dos changos, y llevamos a nuestros suegros con la hermanita más chica al médico, siempre cómodas como verán, mientras ellos están arriba de un Mondeo, solo para ir al trabajo y dejarlo todo el día en la cochera.
Una ves que arrancamos empieza la odisea. “Mamá, ¿falta mucho? ¡ estoy muy apretado!”, “Querido, por favor mete la cabeza adentro del auto que la policía nos va a parar... Tesoro, no hagas esas cosas en el auto porque se ensucia”.
A todo esto, cuando agarramos la avenida principal nos quedamos atascado en el transito y pensamos, ¿no tienen nada que hacer que vienen todos por acá? ¿no hay otros caminos? ¿porque no los llevan a otro lado?, en ese momento miramos para todos lados y vemos los autos, las veredas, los colectivos y donde fijemos los ojos, llenos de chicos
Cuando por fin llegamos al shopping, comenzamos el fastidioso recorrido por el estacionamiento buscando donde dejar el auto, ¡que ilusas que somos!.
Después de una hora y tratando que no nos saquen el lugar mientras intentamos estacionar - siempre con las diez voces diciendo ”¡apura te que no llegamos a la película!” - emprendemos el camino hacia adentro y nos damos cuenta que todos los autos que estaban en la calle con TODOS ESOS CHICOS, también entraron al mismo lugar.
Rogando que no vallan a ver la misma película, corremos para hacer la cola y conseguir un lugar. Ahí nos damos cuenta que la cola es de una cuadra (a esta altura lo único que queremos es sentarnos dos horas tranquilas). Logramos conseguir entradas y hacemos otra cola para entrar al cine, y vemos,con desesperación que todos los chicos de los autos - más los padres - están en la misma cola.
A esta altura los miramos casi con lastima, ( porque están pasando lo mismo que nosotras) y rogando conseguir un lugar. Cuando nos toca entrar, corremos a los asientos y adivinen que: ¡las únicas filas libres son las dos de adelante!. Pensamos que peor no puede ser y como estamos cansadas de tanto hacer cola nos sentamos igual.
Los chicos durante la película piden desde comida hasta ir al baño, y nosotras nos tenemos que levantar cada dos minutos para acompañarlos (no queremos que se pierda alguno para no tener problemas). En ese momento pensamos: “¡Ya está! Cuando termine los dejo a todos en sus casas y listo”. Pero, cuando termina, salimos tratando de que todos nos sigan, y viene la palabra mágica: “Ma. tengo hambre, vamos a McDonald”. Y por supuesto todos los chicos empiezan a decir que quieren ir.
Arrastrándonos, volvemos a hacer cola de una cuadra mientras se ponen de acuerdo en que quieren comer ¿por qué será que todos piden algo distinto?. Con las bandejas en mano y haciendo malabares para no caernos, tratamos de conseguir una mesa, acto seguido recorremos todo el patio de comidas para buscando sillas, pues tenemos dos y somos 12, cuando lo logramos no lo podemos creer.
Ya queriendo llegar a nuestra cama, devolvemos a todos los chicos y cuando traspasamos la puerta de nuestra casa se escucha una vocecita que nos dice “Ma, ¿que hacemos mañana?”. En ese momento recordamos que es el primer día de los 15 de vacaciones de invierno y automáticamente maldecimos a los maestros y profesores por querer descansar.
Al final de las vacaciones nos internan en un psiquiátrico, mientras los médicos dicen “¡Qué bárbaro! Esta con un ataque de estrés y viene de las vacaciones de invierno, ¡qué raro!”..¿?.
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